El espectáculo natural más impresionante del continente americano ha comenzado de nuevo. Las primeras oleadas de la mariposa Monarca (Danaus plexippus) han completado con éxito su travesía migratoria, llegando a los bosques de oyamel y pino en el centro de México, marcando el inicio oficial de la temporada de avistamiento 2024-2025. Las autoridades ambientales de los estados de Michoacán y el Estado de México han confirmado que los principales Mariposas Monarca Santuarios han sido acondicionados y ya se encuentran abiertos para recibir a turistas nacionales e internacionales, garantizando la conservación de este fenómeno biológico único.

La migración de la mariposa Monarca es considerada una hazaña de la naturaleza, cubriendo distancias de hasta 4,500 kilómetros desde Canadá y el norte de Estados Unidos hasta su destino final en los bosques mexicanos. Estos insectos viajan en una generación especial, conocida como la “generación Matusalén”, que vive mucho más tiempo que sus predecesoras para poder realizar el viaje completo. La llegada a los Mariposas Monarca Santuarios no es solo un evento turístico, sino un indicador vital de la salud ambiental del corredor migratorio que atraviesa América del Norte. Este año, los reportes iniciales sugieren una llegada numerosa, aunque los conteos oficiales de la densidad de ocupación aún están en curso.

Dos de los santuarios más importantes, que ya han abierto sus puertas, se ubican estratégicamente para proteger los principales puntos de hibernación. En Michoacán, el Santuario de El Rosario y el de Sierra Chincua son los más emblemáticos. Por su parte, en el Estado de México, el Santuario de Piedra Herrada es la principal opción para los visitantes. Estos sitios están regulados por estrictas normativas ambientales que buscan minimizar el impacto humano en los microclimas de los bosques de oyamel, esenciales para la supervivencia de las mariposas durante el invierno. La fragilidad del ecosistema exige que los visitantes sigan senderos delimitados y mantengan silencio.

El éxito de la migración y la preservación de los Mariposas Monarca Santuarios dependen en gran medida de la protección de la planta Asclepias, conocida como “algodoncillo”, que es el único alimento de las larvas de la mariposa. La disminución de esta planta debido al uso de pesticidas y la pérdida de hábitat en Estados Unidos y Canadá es la principal amenaza para la especie. México, por su parte, enfrenta el desafío de combatir la tala ilegal en la Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca, un sitio Patrimonio de la Humanidad reconocido por la UNESCO. Los esfuerzos de reforestación y la vigilancia comunitaria son vitales para asegurar que las mariposas tengan un hogar seguro al llegar.

La afluencia de turistas a los Mariposas Monarca Santuarios representa una importante fuente de ingresos para las comunidades locales, lo que a su vez incentiva la participación de los habitantes en las tareas de conservación. El modelo de ecoturismo implementado en la zona busca generar conciencia sobre la importancia de la biodiversidad y ofrecer una alternativa económica sostenible a las prácticas que dañan el bosque. Los guías locales, muchos de ellos miembros de las comunidades indígenas, ofrecen recorridos informativos que no solo muestran el fenómeno de la hibernación, sino que también educan sobre la cultura y las tradiciones asociadas a este insecto.

Las recomendaciones para los visitantes que planean asistir a los Mariposas Monarca Santuarios incluyen llevar ropa abrigadora y calzado cómodo, ya que las temperaturas en las zonas boscosas suelen ser bajas, especialmente por la mañana. Se recuerda a los turistas que la mejor hora para observar a las mariposas en vuelo es entre las 11:00 y las 14:00 horas, cuando el sol calienta el aire y las anima a despegar de los árboles. Es imprescindible abstenerse de tocarlas, ya que son extremadamente frágiles, y de hacer ruidos fuertes que puedan perturbar su descanso. La conciencia y el respeto son las principales herramientas de conservación.

La temporada de la Monarca en los santuarios mexicanos se extiende generalmente desde finales de noviembre hasta marzo, momento en el cual las mariposas inician su viaje de regreso hacia el norte. La presencia de estos millones de insectos, que cubren las ramas de los árboles con su color naranja y negro, es un recordatorio anual de la interconexión ecológica entre los tres países de América del Norte. Proteger su ciclo migratorio es una responsabilidad compartida que tiene un impacto directo en la biodiversidad global.